sábado, 25 de abril de 2015



Y en mi neblina me pregunto:

-"¿Que estarás haciendo?"




Si acaso seguirás despertando por la tarde

con fuegos que alumbran mas que el sol

cuando rompe la medianera y agrieta la tierra seca

del árbol y sus raíces.




Si tu cabello seguirá siendo corto

o quizás creció y volvió a cambiar de color.

Si debajo de esas pestañas despintadas

aun guardas el paisaje de vidrio traslucido que son tus ojos.




Si entre tus minutos fuera de la orbe que cubre nuestra existencia

llamaras a alguien que grite o cante, recite o susurre

que tantas maravillas te acompañan con la vida

que galopa hacia tiempos sin memoria.




No lo se ( no lo sabia )

ni lo sabre ciertamente




Aunque quizás solo ahora,

en la lejanía del abismo en el

que he dejado caer mi vida

me pregunto aquello una y otra vez.

-"¿Que estarás haciendo?"

jueves, 16 de abril de 2015

Las sensaciones vienen corriendo
desde atrás de mis ojos,
golpeando en mis corneas
como tambores de guerra.


Apuradas y llenas de sangre,
vienen para observar caer desde lo alto
la magna y enorme ciudad arisca y olvidada
que repta por mi.


Vienen acercándose a mis pestañas
y estas gotean en visiones borrosas.
aquellas que prefiero olvidar,
aquellas que seco abrupta mente con mi puño.
Y las hecho al aire a que sean solo eso en mis ojos.
un calor, un recuerdo y un golpe en la emoción.


Un regreso al calor en las yemas de los dedos,
un regreso las ventanas que evaporan el humo y la humedad.


...Y aunque este recuerdo nocturno y sonámbulo quede en mis mangas,
y luego sea aire perdido en algún rincón del placard
la noche me devuelve sin ojos
el brillo del sonido que no podre olvidar...

miércoles, 15 de abril de 2015



La lluvia de pronto había comenzado minutos antes de que el cuelgue su abrigo en la habitación. Lo peso como una pena que cala hondo, ya que se sentía encantado cuando las gotas golpeaban el techo, como un ciclo mágico de ruidos y colores en el patio.




La mirada cándida del gato, que vivía con el, observaba el agua devastar las plantas y observaba al perro que dormía afuera. Este empapado en su precario refugio debajo de una parrilla a medio terminar, envuelto en maderas y carbones, en bolsas de nailon. El gato se sintió mas afortunado que el he intento abrirle el portón para que dejase de helarse, pero sus siete vidas sin pulgares eran inútiles, y solo sus miradas se quedaron suspendidas, compartiendo un momento enorme de angustia entre aquellos cuerpos. Todo se precipitaba muy rápido mientras la tormenta alborotaba el cielo, y el patio quedaba de pronto inundado por las lagrimas de aquellos muertos que nadie había ido a reclamar.




El llego de un portazo, colgó su abrigo, y se sentó en el sillón mohoso a pensar en cual había sido el sentido de aquel viaje por las estaciones. Sus pies hinchados y sin descanso habían estando yendo y viniendo de un drama al otro, con poco entusiasmo y poca salud las grietas de su joven vida se paseaban juntando flores, escribiendo poesías con un solo nombre y una sola dirección, y todo lo comprimía aun mas.

Su cuerpo quería despegarse y lo desconocía cuando a golpes reventaba sus manos contra la pared. Se tenso (y se sintió) sobre sus ideas, sobre la risa que había dejado transformar en el camino de regreso a casa, casi arrastrándose se trepo a diferentes colectivos, se colgó del estribo de su amor perdido en la calle, aturdido por los pasos de miles de personas que atribuían aun mas a la miseria a ser carne en su día.




(Como podría encontrarla, a quien debería preguntarle.

Al menos quería soñar con una señal que llamase su atención,

una señal del colores y canciones que la trajeran de regreso)




No había cenado, no había dormido en largos y tediosos días. Una y otra vez la misma pregunta sin fin, (porque? porque? porque?) lo atontaba, lo mordía en sus labios como un beso violento de una botella rota en su boca.

En su casa mugrienta las paredes se descascaraban y la pintura ya no era pintura, sino manchas de humedad, de sangre, y pintadas con frases que a veces en su nube de locura parecía entender. Pero a fin de cuentas al despertar de una noche violenta de drogas no entendía y se arrepentía de arruinar el único espacio que llevaba su nombre.

Las cucarachas, los discos y libros amontonados al costado de su cama eran su consuelo al sórdido momento que lo volcaba en la desesperación, que lo maniataba por horas estupefactas a sentarse y observar. Sentarse y beber. Sentarse, llorar y escribir.

Esquivar los charcos de recuerdos que goteaban en su cabeza




Su viaje misterioso hacia los escondites del amor (como el solía llamar a su aventura por las calles) había sido nefasto, peligroso, y sin una resolución aparente, mas que heridas en su interior.

El amor había tomado de vuelta el tren a su escondite. El amor que lo había vuelto feliz meses anteriores. Meses que no se escondían bajo el abrigo del invierno desesperante. Meses que vislumbraban estallidos en su corazón. Como campanas ardiendo en la puerta de su cuerpo, anunciando la llegada inminente al mar de besos, a la suave arena que se agolpaba en todo su cuerpo abrazándolo.

Como olvidar aquellos meses donde ella había escrito en las manos del presente vivo una colección de emociones teñidas por el jubilo, la alegría y la eternidad perfumando el aire de aquella habitación hoy rendida a escombros, calambres y sustancias.